Andar contracorriente
Tratemos de vivir este tiempo de Adviento, meditando sobre la forma en que Dios entra en la vida del hombre, el modo en que se encarna y nace en esta tierra y en la vida de cada uno. Observando este descenso en el corazón del hombre, Dios nos muestra un camino a recorrer al revés, subir en contracorriente como algunos peces en los ríos, para llegar a comprender, con su gracia, el misterio de la Navidad y descubrir algunos pasos esenciales para un buen camino de nuestra vida espiritual.
Requiere entrar en la lógica de la paradójica de caminar en los senderos del Espíritu, debemos abandonar la lógica de la utilidad y conveniencia, para dejarse sorprender por la maravilla de la obra de Dios, que puede cambiar cada mal en bien, cada guerra en paz, cada odio en amor, cada derrota en victoria, que puede de vientres estériles hacer nacer o hacer dar a luz a una virgen, que elige lo que para el mundo es necio para confundir a los sabios y lo débil del mundo para confundir a los fuertes.
El Adviento, en el que estamos entrando, tiene algo de eso, de paradójico, esperar lo inesperado, aquel que va más allá de la expectativa del hombre; es un ir al encuentro con el Señor que viene, pero cuanto más ardiente sea nuestra expectativa, ésta siempre se ve superada por el deseo que Dios tiene de dejarse tomar en nuestros brazos. Y cuando este abrazo ocurra en la noche de Navidad, veremos realizarse estos cuatro tímidos intentos de nuestro camino espiritual, de los cuales nos hablan las Escrituras, en los próximos domingos de Adviento y el día de Navidad, ver lo invisible; dejar transparentar su misterio; hacerse pequeño para recibir su grandeza; buscar el ocultamiento para que se manifieste la Gloria de Dios.
En este camino contracorriente, seguramente encontraremos miradas asombradas y estupefactas, encontraremos obstáculos, caídas y lentitud, porque cualquiera que quiera seguir al Señor debe prepararse para la tentación, pero pongámonos en camino con el coraje y la confianza de aquellos que ya saben que toda la Iglesia, está en camino y que en este sendero nunca estaremos solos.
Oración
Señor, que vienes entre los hombres
mostrándonos el coraje
de trazar senderos en los desiertos del mundo
de amar lo que no parece amable
de dejarte juzgar mientras defiendes a los últimos
dónanos la fuerza de imitar tu libertad.