Ve a lavarte
Al pasar vió a un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Jesús contestó: «Ni él ni sus padres han pecado, nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de Aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Después que dijo esto, escupió por tierra, hizo barro con la saliva y se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé» – que significa Enviado. El ciego fue, se lavó y al regresar ya veía. Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: « ¿No este el que se sentaba a pedir limosna?». Algunos decían: «Es él»; otros decían: «No, solo es que se le parece». Y él decía: « ¡Soy yo!». (Jn 9,1-9)
Tierra y saliva, polvo y palabra. Un nuevo acto creativo, se realiza al borde de la piscina de Siloé. También aquí, como en el «principio», la tierra amasada de la Palabra crea vida, nace un hombre. Cuando un niño nace, se dice que « ha nacido a la luz », identificando la luz con la vida, porque allá donde falta la primera, la segunda no florece. El ciego de nacimiento, es el símbolo de cada hombre que, si no acepta el poder liberador de Jesús, Palabra del Padre, permanece encerrado en la oscuridad del pecado. Si se deja tocar y ensuciar por la palabra de Dios, comienza a vivir como hombre libre.
La piscina de tu misericordia
Te agradezco, Señor,
porque quieres para mí la vida y la alegría.
Te agradezco porque siempre te acuerdas de mí;
cuando estoy cegado por mi pecado,
me miras con compasión
y extiendes tu mano sobre mí.
Gracias, porque siempre me sumerges
en la piscina de tu misericordia
y me reintegras, libre, a la vida.
Amén.
Tomado del libro Il Vangelo si fa strada di Roberta Vinerba, Paolinas 2019