Roma, 20 de agosto de 2014
100° aniversario de Fundación de la FP
Queridas hermanas:
En acción de gracias y alabanza hacemos memoria del centenario de la Sociedad San Pablo y por consiguiente del origen de aquella pequeña semilla que se convertiría en un árbol grande, con diez ramas, difundidas en los cinco continentes.
Valorizando la vigilia de oración, enviada a las comunidades a cargo de la Comisión designada, deseamos contemplar los grandes dones concedidos por el Padre para alabar, bendecir, hacer un balance del camino realizado y reconocer también nuestras infidelidades, para abrirnos con renovada confianza al futuro. ¡Somos “Familia” y Familia Paulina! Oremos para que crezca en nosotros el profundo deseo de realizar plenamente nuestro ser “Familia”, una Familia muy especial, nacida del corazón de Dios nuestro Padre; oremos para que esta grande herencia pueda ser vivida y transmitida de manera cada vez más eficaz, superando también dificultades e incomprensiones del pasado, que han retardado la evangelización y a veces herido la comunión.
Decía el Beato Alberione: «Cada Instituto nació para complementar a los otros». Ninguna Congregación, incluso la nuestra, es plenamente si misma si no está insertada en este proyecto carismático. A la luz de la Eucaristía, hagamos resonar de un modo nuevo la invitación del Fundador a pensar, programar y actuar con perspectiva de Familia, como miembros de un solo cuerpo. Dejémonos penetrar por el grito de salvación de la humanidad que se eleva a Dios, en esta hora de la historia. La humanidad de hoy, como la del lejano 1914, está atormentada por la guerra, afectada por la violencia, destruida en los ideales, insegura en los puntos de referencia. El carisma de la evangelización nos hace solidarios con los más pobres, los que sufren, los emarginados; nos solicita a la oración, al ofrecimiento, a la comunión con los sufrimientos de muchos de nuestros contemporáneos, especialmente con la dramática situación de los cristianos y de las minorías en Irak. Unámonos a todas las mujeres y hombres de buena voluntad para acoger el grito repetido y apasionado del Papa Francisco que justamente en estos días, convoca a todos a la oración:
Nos dejan incrédulos y consternados las noticias procedentes de Irak: miles de personas, entre ellos muchos cristianos, expulsados de sus casas de manera brutal; niños muertos de sed y de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; persone sacrificadas; violencias de todo tipo; destrucción en todas partes; destrucción de casas, de patrimonios religiosos, históricos y culturales. Todo esto ofende gravemente a Dios y ofende gravemente a la humanidad. ¡No se lleva el odio en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra en nombre de Dios! Todos nosotros… hacemos silencio y oramos.
También nosotras nos ponemos en silencio y oramos pidiendo perdón al Señor por las distancias y las rupturas que a veces han herido a nuestras comunidades y a la Familia Paulina. En este momento crucial de la historia, nos sentimos llamados a «descubrir y transmitir “la mística” de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos… Salir de sí mismo para unirse a otros…» (EG 87). Es un llamado que tiene el sabor y el gusto de la profecía, la fuerza y la gracia de la inspiración del Fundador, que deseaba – religiosos y laicos – un solo cuerpo, impulsado hacia aquella nuestra grande parroquia, que abarca todo el mundo.
Augurios afectuosos a nuestros hermanos paulinos, a todas nosotras, a los Institutos que poco a poco fueron formando esta “admirable” Familia. Con mucho afecto.
sor Anna Maria Parenzan
Superiora general