Como toda experiencia, el curso de preparación a la Profesión Perpetua lamentablemente ha llegado a su fin. Sin embargo, si esto deja un poco de nostalgia, prevalece la alegría de compartir y la gratitud a Dios por la riqueza de estos meses y a la congregación las posibilidades que nos ha dado.
El curso, que tuvo lugar la mayor parte del tiempo en Torvaianica, concluyó con los ejercicios espirituales guiados por padre Guido Gandolfo en Casa San Pablo en Roma.
Nosotras, 17 junioras de 10 naciones del mundo, llevamos con nosotras la profundización de nuestro carisma y nuestra identidad como Hijas de San Pablo, la belleza de sentirnos llamadas desde diferentes partes del mundo para compartir este camino y a reconocer como Dios teje en cada una de nosotras una historia de amor y de fidelidad.
Han sido días intensos de estudio, reflexión, oración, discernimiento, compartir fraterno, alegría y celebraciones que nos han ayudado a sentirnos herederas del carisma dado a Don Alberione y llamadas a actualizarlo en el mundo de hoy. Pero tampoco faltaron las visitas a lugares significativos de nuestra historia fundacional, como el Santuario Reina de los Apóstoles, las Basílicas romanas y sobre todo los lugares de fundación de Alba, una auténtica peregrinación.
Partimos de nuevo, después de haber vivido el itinerario de cristificación del Donec formetur Christus in vobis, dispuestas a volver a nuestras provincias, delegaciones y circunscripciones donde viviremos nuestro sí para siempre, nuestra profesión perpetua.
A todas y todos los que nos han acompañado les hacemos llegar nuestro agradecimiento, a nosotras el augurio y la oración de cultivar la certeza del amor de Dios el afecto y la cercanía de una con las otras.
