Roma, 22 de julio de 2022
Queridas hermanas:
El 22 de julio la Iglesia nos invita a celebrar la fiesta litúrgica de María Magdalena, la discípula que, en el jardín de la resurrección, ve, reconoce, testimonia y anuncia. En la llamada al discipulado, que tuvo lugar en el encuentro con Jesús y la liberación de los “siete demonios”, se inicia para María Magdalena una nueva vocación, la misionera: ella es constituida por el Resucitado «apóstol de los apóstoles», llamada a llevar a las últimas consecuencias la energía recibida en el encuentro con Él, y levantarse y ponerse en camino convirtiéndose así «apóstol de la nueva y más grande esperanza» (Papa Francisco).
Por un bondadoso designio de la Providencia, en el día de la luminosa fiesta de la que escogimos como icono de nuestro último Capítulo general, celebramos el Centenario de la profesión religiosa de Maestra Tecla y de otras ocho hermanas. El relato de este evento nos ha llegado sobrio y esencial, como siempre; una foto tomada a las neo profesas en la cocina de Alba para fijar aquel momento de gran comienzo. Pero no termina aquí. Así recuerda Hna. Raballo:
Después del desayuno, el Fundador Teólogo Santiago Alberione, sin preparativos y ceremonias, todas nosotras reunidas en la cocina para los trabajos, dijo a Teresa: «Aquí están tus hijas, haz con ellas lo que quieras»; volviéndose a todas nosotras nos dijo: «¡Esta es su mamá!». Así fue la elección de la Primera Maestra como Superior General. Ella nos miró, dejando caer de sus grandes ojos, dos lágrimas, por la responsabilidad que sentía, pero serena como siempre, en hacer la voluntad de Dios.
Al igual como sucedió a María Magdalena, para Teresa Merlo – ahora Maestra Tecla – se realiza una nueva y gran llamada que la hará sabia y fiel mediadora de cuanto el Fundador pensaba para nosotras y que la llevará por toda la vida a ser madre y formadora de sus hijas, a quienes transmitió «la belleza de colaborar en la misión de Dios» (DC2019, 5). En ella y a través de ella el Señor obraba grandes maravillas, «cosas grandes, que nosotras hemos visto sin darnos cuenta que eran grandes, porque estaban hechas con el estilo de Dios» (Hna. Assunta Bassi).
A Maestra Tecla dedicaremos los próximos meses, porque tenemos necesidad de ella, de su fe, de sus palabras, de sus ejemplos, de su estímulo. Acojámoslo con alegría. Por esto las invito a hacer del 22 de julio un día de gran fiesta y de oración agradecida. Invoquemos a la Primera Maestra por nuestras comunidades, por el apostolado y por nuevas vocaciones misioneras.
Recen a ella también por mi. Gracias.
Con gran afecto.
sr Anna Caiazza
superiora general