Simplemente van
María Magdalena y la otra María van a visitar la tumba. Y no se dice el por qué, Mateo no especifica el motivo, es inútil. ¿Van para ungir el cuerpo? ¿Van a realizar alguna tarea relacionada con la práctica funeraria? Simplemente van. Y a mi me parece muy hermoso. Y este simple gesto que deja implícitas todas las posibles motivaciones convierte la pregunta, del “¿por qué van al sepulcro?” a “¿por qué no deberían ir?”. Ahora que Él ha muerto todos los otros caminos ya no tienen más sentido, este el único que queda. Solo los ojos masculinos pueden preguntarse para que sirve ir al sepulcro, los ojos femeninos saben que el amor no sirve, el amor simplemente “es”, incluso más allá de la muerte, incluso solo para un cadáver, incluso solo para traer lágrimas lo más cerca posible del límite. El Resucitado tiene ojos femeninos.
El crucificado está muerto y no está aquí. ¿Dónde está? Qué bonita es esta pequeña pregunta revolucionaria: ¿Dónde estás Resucitado, hoy?
Te pedimos perdón Señor por todas las veces que pretendemos encerrarte en perfectos sepulcros para tenerte bajo control.
Libéranos Señor de la locura de querer encerrarte en nuestros esquemas, en nuestras fijaciones, en nuestros miedos. Ayúdanos a recordar que Tú eres y serás siempre nuestro “no está aquí”, llévanos a llorar al borde de las piedras que sellan la muerte, dónanos la nostalgia de la Vida, inaugura un nuevo coraje, danos ojos que amen, porque solo quien ama cree, y haz resurgir la vida.
