Queridas hermanas y jóvenes en formación,
«Todavía estaba oscuro» (Jn 20,1) – así lo anota Juan en su evangelio – cuando María Magdalena sale de casa y, sola, en la oscuridad de una noche que parece no tener fin, se dirige al sepulcro. Corre, la Magdalena, sin dejarse desanimar por la idea de un sepulcro obstruido por una piedra ciertamente demasiado pesada para quitarla. Corre, sin preocuparse del riesgo que bloquea a los discípulos en casa. Sus pasos rápidos, anticipando la carrera de Pedro y Juan, se detienen ante el misterio de una tumba vacía.
Los relatos de los Evangelios no describen el hecho de la resurrección; nadie ve a Jesús salir triunfante de la tumba, imagen tan presente en los textos apócrifos y tan querida por la tradición iconográfica cristiana; no hay estandartes de victoria, ángeles tocando trompetas, testigos atónitos por el miedo… Tenemos la historia de pasos y carreras, de una fe que nace ante los pobres indicios de resurrección, de una noche que finalmente cede, a la luz. Estamos – como recuerda Juan – «en el primer día de la semana», en el silencio de una nueva creación. Dios repite, siempre, su palabra: «¡Que exista la luz!» (Gn 1,3). Y, después de la noche, ¡es la mañana de Pascua!
En estos días de angustia, en este tiempo marcado por guerras injustas e insensatas, se nos pide que creamos y testimoniemos, en el ejercicio cotidiano de la vida comunitaria y apostólica, que el amor es más fuerte que la muerte, que la aurora nace cada día y trae consigo resurrecciones inesperadas, que el Espíritu transforma los dolores de la humanidad en «dolores de parto» (Rm 8,22) de un mundo más bello, más verdadero, más justo.
Hagámonos, pues, “evangelio” de comunión y de paz, comunicadores de la esperanza que nos da el Resucitado. Este es el deseo que, también en nombre de las hermanas del gobierno general, dirijo a cada una de ustedes. Que se extienda también a sus familias, a sus colaboradores, a los miembros de la Familia Paulina.
Juntas confiamos al Espíritu del Señor Resucitado el Capítulo General de las Hermanas Apostolinas, que tendrá lugar en Ariccia del 7 al 20 de abril de 2024.
Que sea «Pascua de resurrección cada día» (padre Alberione). Con afecto,
Hna. Anna Caiazza
y Hermanas del gobierno general
