Roma, 5 de febrero de 2023
Queridas hermanas y jóvenes en formación:
Un día hablando con la Hna. Vincenza Salvà – que nos ha dejado hace algunos meses a la edad de 105 años – me impresionó especialmente una frase: «Cuando la Primera Maestra te encontraba, su primera pregunta era: “¿Cómo estás? ¿Cómo están en tu casa?”, mirándote a los ojos… Era una verdadera madre, tenía el corazón de madre». “Madre”, como la había definido P. Alberione: «Tendrán otras Primeras Maestras, pero solo ella es y fue sobre todo Madre del Instituto».
En su gran «corazón de madre», en realidad estaba toda la Familia Paulina, a la que había visto nacer y a cuyo crecimiento había cooperado, como testimonia el mismo Fundador: «Sentía sus dificultades, se alegraba de su desarrollo, se informaba. En su última enfermedad, recordaba y rezaba».
Los Paulinos la sentían como madre. Maestra Tecla les había visto crecer, trabajar, sacrificarse por el Evangelio junto a sus Hijas. Los amaba tiernamente, y ellos correspondían a ese amor. Cuando las relaciones entre las dos congregaciones se hicieron un poco difícil, intervino con decisión, recordando el deseo y la orientación del Primer Maestro para que los dos Institutos caminaran juntos, en «una colaboración bien entendida, que asegura la vida y el desarrollo de ambas, favoreciera todas las iniciativas y les hiciera compartir los sacrificios y los méritos» (VPC 138). Siempre instó a que prevalecieran «la justicia, la caridad y la bondad».
Maestra Tecla compartió y sostuvo la fundación de las Pías Discípulas, que siempre amó y apreció, demostrando que comprendió la finalidad de su misión desde el principio. Cuando, tras no pocos años y esfuerzos, consiguieron su autonomía, se alegraba al escuchar los progresos hechos: «Estoy contenta – decía – estoy muy contenta con ustedes. El Señor las bendiga: ¡vayan adelante!».
Para el nacimiento de las Pastorcitas, la Primera Maestra rezó y colaboró, animándolas con palabras, oración y gestos de benevolencia. En una nota escribió: «Las sigo en las cosas bonitas que hacen, en sus progresos, y me gozo con ello. Sea bendito el Señor».
Maestra Tecla experimentó una intensa ternura, un amor «premuroso y providente» por las Apostolinas, la congregación más joven de la FP. Las sostuvo, estimulado y ayudado. Al nacimiento de Se vuoi, pidió a las Hijas de San Pablo acoger la revista en las librerías y promocionarla.
El papel de la Primera Maestra en la fundación de los Institutos agregados fue muy importante, por su apoyo al P. Alberione, por la intensa oración, por el constante estímulo a los que buscaban y acompañaban a los primeros miembros.
Maestra Tecla – que es fruto de la oración de los primeros Cooperadores, como testimonia el mismo Fundador– nos exhortó siempre a acogerlos, formarlos e involucrarlos en la misión. Por ellos rezó y ofreció.
Es hermoso, hermanas, ser y saberse Familia. Y es hermoso sentir también que el deseo y el compromiso de caminar cada vez más juntos para proclamar el Evangelio, en la diversidad y en la complementariedad de los dones, es para nosotras una preciosa herencia recibida de Maestra Tecla.
P. Alberione reveló que a menudo le rezaba por la Familia Paulina. Hagámoslo también nosotras, pidiendo su maternal intercesión para que se fortalezca entre nosotros la unidad, como signo de los tiempos y testimonio para hoy.
Con gran afecto.
Hna. Anna Caiazza
Superiora general