La verdadera inteligencia es la que no se cierra en el círculo asfixiante de lo real, sino que deja abierta una ventana hacia lo imposible.
La felicidad del hombre no está en las respuestas, en la satisfacción, incluso si se trata de lo relacionado a las cosas de Dios; sino en la búsqueda, en la inquietud, en el no estar satisfecho – porque, en el caso que se pensara de haber encontrado a Dios, de tener una idea de él, entonces ciertamente aquello no será Dios. La primera tarea de cada teología es la de suscitar preguntas, no de proporcionar respuestas.
Los Magos encontraron un recién nacido en brazos de una adolescente de trece – quince años. Se postraron y lo adoraron. El gesto es llegar a ser pequeños e indefensos, porque finalmente se es capaz de acoger una presencia inesperada.
Esto es contemplación: inteligencia que vislumbra la verdad en una realidad no imaginada. Esto es adoración: hacer espacio a lo inesperado. Esto es sabiduría: no permanecer encerrados en la jaula de la propia razón y de los propios pre – juicios.
El Amor se revela a los pequeños, a los mendigos, a los buscadores y, en última instancia, a aquellos que desean y se atreven en cuanto permanecen con las manos y el corazón abiertos, porque intuyen que la ciencia podrá revelar el porqué de las cosas, pero nunca su sentido.
Solo después de haber visto y adorado abrieron sus cofres. El don viene luego de haber recibido al Donador. Solo se puede donar lo que se ha recibido y solo se recibe lo que se ha reconocido.
Tomado del Libro Cada historia es una historia sagrada de Paolo Scquizzato, Paulinas 2019
Hemos visto tu estrella en oriente
y hemos venido para adorar al Señor.