Epifanía del Señor 2017

Francesca Pratillo, fsp

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¿Dónde está el Rey de los judíos?   Mt 2,1-12

 

Entre leyenda y realidad, el evangelista Mateo nos presenta una de las páginas más fascinantes del Evangelio. No son tres y no son reyes los que siguen la estrella, sino valientes peregrinos de la verdad. Así como un día ha dicho Edith Stein: «El que busca la verdad, busca a Dios». Acostumbrados como estaban al silencio de los desiertos, a la contemplación de las estrellas y a leer los signos, los magos demuestran ser capaces de buscar el Misterio; pero también su camino se revelará lleno de obstáculos…

Aun siguiendo la estrella, los magos venidos del Oriente se equivocan de ciudad; en vez de ir a Belén atraviesan las puertas de Jerusalén; su error, sin embargo, tiene un éxito positivo y nos enseña que para conocer los caminos de Dios no bastan sólo las intuiciones del corazón, las preferencias y la fuerza del saber; para encontrar «al rey de los judíos» es decisiva la guía de Dios encerrada en las Sagradas Escrituras. Un cambio de escena: también los habitantes de la ciudad de Jerusalén se equivocan. ¡Ellos tienen las Escrituras pero no las escuchan, no las comprenden y no se mueven para buscar al rey anunciado!

Velozmente los magos reprenden el viaje, pero esta vez iluminados y ayudados justamente por las Escrituras de Jerusalén; la alegría, reavivada por la estrella los lleva hasta Belén. Será la única vez que «el rey de los judíos» recibirá como dones preciosos la adoración y la postración orante de hombres venidos de lejos. Esta atmósfera real, marcada por el oro, perfumada por el incienso y por la mirra, dejará el paso a la hora dramática de la pasión. Como los magos, otros hombres buscarán «al rey de los judíos» pero esta vez para insultarlo, escupirlo y crucificarlo allí donde había estado escrito el motivo de su condena: «Este es el Rey de los Judíos» (Mt 27,37).

Francesca Pratillo, fsp


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