«De Él, el Maestro, toda la luz…»

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Diap. 1 «De Él, el Maestro, toda la luz…»
 Contemplando la imagen del Maestro
Diap. 2  El gran objetivo de nuestra vida, el que siempre repetía el Beato Alberione es el siguiente: «Vivir a Jesús, en Jesús, por Jesús y con Jesús. Establecer nuestra vida en Él».
Diap. 3  El punto central de nuestra espiritualidad es una atracción que engendra una profunda relación interpersonal: «Venid a mí». El Maestro es aquel que atrae a sí, que invita a entrar en su lógica, en sus horizontes…
 
Diap. 4  Invoquemos la luz del Espíritu para comprender cada vez mejor lo que quiere decir «establecer nuestra vida en el Maestro», qué significa ser llamados a comunicar las insondables riquezas del amor de Dios.
Diap. 5  Sintámonos miradas por Jesús Maestro y miremos los particulares de la imagen que expresa una síntesis visual del carisma paulino. Están presentes todos los elementos que caracterizan la vocación paulina:
 
Diap. 6  El libro abierto en la mano izquierda y la frase: «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (contenido que hemos de recibir y comunicar cada día en el apostolado);
Diap. 7  El gesto de la alocución en la mano derecha de aquel que pide escucha, atención…: «aprended de mí»;
Diap. 8  La imagen entera y en pie: no sentado como los antiguos maestros, sino un Maestro itinerante por los caminos de los hombres y las mujeres de todos los tiempos.
Diap . 9  Un Maestro que calza sandalias…
Diap. 10  En pie sobre el globo terrestre… no con el globo en las manos como en algunas imágenes, sino por las calles de los hombres, siempre en camino;
Diap. 11  Un Maestro que tiene las señales de la pasión en las manos y en los pies (es un Maestro crucificado), que no sólo enseña sino que da la vida, es el Maestro con corazón de Pastor. Las señales de la pasión son luminosas: la cruz luminosa en el fondo y la aureola alrededor de su cabeza indican que nuestro Maestro es un Maestro crucificado y resucitado: Vivo y glorioso.
Diap. 12  Frente a esta imagen tan significativa para nosotros acojamos en silencio la invitación del Maestro: «Venid a mí… Ven a mí, totalmente, con toda tu persona».
Diap. 13  Padre Alberione:
«En 1900, al terminar el Año santo, en el mes de noviembre, León XIII promulgó una encíclica destinada a echar una mirada al nuevo siglo que se acercaba y a dar una dirección a la cristiandad del nuevo siglo. La dirección consistía en lo siguiente: estudiar, imitar y seguir a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida. No se trata de una hermosa expresión, no es un consejo, es la sustancia de la congregación, se trata de ser o no ser paulinos. No se pueden hacer digresiones. El estudio debe ser uniformado con la devoción a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, la disciplina religiosa debe uniformarse con Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, la piedad debe uniformarse con Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, el apostolado debe dar precisamente esto. Cuando no da esto, va fuera de camino y no será bendecido. Cuando da esto, está en el camino, en el camino de Dios. Entonces, bendiciones sobre bendiciones…».
Diap. 14  El Maestro da sentido a nuestro vivir, se hace sangre de nuestra sangre, vida de nuestra vida. Es significativo este pensamiento sacado de una meditación a las FSP del 10 de diciembre de 1932:
«Oh, ¡cuando la gracia llena un alma, es como cuando se pone la levadura en la masa! La hace crecer tanto que la cambia en Jesús y esa alma luego habla como Jesús, piensa como Jesús, mira como Jesús, ama como Jesús; ya no es ella la que vive, es Jesús que vive en ella (…)».
Por medio de nosotras Jesús quiere hablar, pensar, amar, vivir…
 
Diap. 15  Todos
«… Jesús Maestro: que yo piense… con tu inteligencia y sabiduría,
Que yo ame con tu corazón…
Que yo lo vea todo con tus ojos.
Que yo hable con tu lengua.
Que yo oiga sólo con tus oídos.
Que yo saboree lo que tú mismo gustaste.
Que mis manos sean las tuyas.
Que mis pies sigan tus pasos.
Que yo ore con tus oraciones.
Que yo trate con tu trato.
Que yo celebre como tú te inmolaste.
Que yo sea Tú y Tú estés en mí; tanto que yo desaparezca».
(Padre Alberione)
 
Diap. 16  Oremos
Padre santo, nos has invitado a seguirte más de cerca. Resuene hoy nuevamente para nosotros aquella llamada, que marcó para siempre nuestra vida y la vida del Fundador: «Venid a mí, todos vosotros». Danos el mismo espíritu del Beato Alberione, para que entremos en una camino de transformación, no sólo hasta ser de Cristo sino hasta hacernos Cristo (cf VC 109), hasta ser lugar de su vida a imitación de nuestro Padre san Pablo: «Vivo, pero ya no soy yo que vivo, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20).

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