Identidad, relaciones, conocimiento online

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Millones de personas en todo el mundo hacen uso de la social network. Muchos de los temas discutidos en el debate público giran en torno a cuestiones relacionadas con la red – desde la pérdida de la privacy al ciberbullying, desde fake news hasta las consecuencias de la difusión por Internet sobre los procesos democráticos. Ahora bajo nuestros ojos, es un hecho que la red sea parte integral de nuestra vida. Estamos constantemente conectados hasta el punto que ya no logramos distinguir los límites entre online y offline. Las tecnologías digitales se han convertido ahora en prótesis de nuestro cuerpo. La difusión de los teléfonos móviles, de los Smartphone y de la conexión Wireless, ha generado un espacio sin solución de continuidad entre lo que una vez se llamó la vida “real” y la “virtual”, con importantes consecuencias a nivel individual, de grupo y de la sociedad en general.

En la social network contribuimos a construir nuestra identidad, cultivamos relaciones sociales y alimentamos cada vez más el conocimiento de aquello con lo que no tenemos experiencia directa. Estas tres dimensiones definen nuestra relación con el mundo y es necesario reflexionar sobre ellas. Especialmente en una perspectiva pastoral. Intentamos enfocar la reflexión en las tres dimensiones que acabamos de enumerar.

Constantemente dejamos online “rasgos” de nosotros que contribuyen a definir nuestra identidad. Lo que otros dicen o publican de nosotros, así como los “rasgos” que nosotros mismos dejamos online, tanto en modo consciente como inconscientemente – tal como cuando hacemos una búsqueda en Google, ponemos un “me gusta” en un post en Facebook o publicamos una foto en Instagram – debemos ser coherentes. Si no hay coherencia entre estos diferentes tipos de informaciones, las relaciones de confianza con las personas que estamos en contacto podrían verse comprometidas. Las “rasgos” que dejamos en red trasmiten a diversas esferas: personal, de amistad, profesional. En el mismo perfil de Facebook; no es posible separar los intereses específicos, así como las relaciones personales, de tipo familiar y de amistad con la pertenencia a la institución Iglesia. La religiosa, que se expresa online lo hace en nombre de su congregación. Lo que escribe email, twittea o comparte no será nunca expresión exclusiva de un punto de vista personal en cuanto nuestras “identidad múltiples”, formada de un conjunto diverso de roles que se mezclan entre sí, se expresan simultáneamente a través de nuestras account, se fusionan en un único ambiente, sin dejar la posibilidad concreta de distinguir entre la propia esfera personal, en la que ya se agregan varios roles (hijas, amigas, hermanas, etc.), con el rol institucional que se cubre. Debemos ser conscientes de estas lógicas porque, como nos recuerda el Papa Francisco (2014), la calidad de la presencia de la Iglesia en la social media se basa en la relevancia, credibilidad y autenticidad de las interacciones de quien se expresa en su nombre y ponen en práctica cada día.

En segundo lugar las social network son ambientes de relación, en las cuales estamos al centro de un network ego-centrado de relaciones en la que desarrollamos vínculos débiles, con personas con las cuales existe un conocimiento superficial y esporádico, con lazos fuertes, con personas que ya son una parte significativa de nuestra vida cotidiana. La social network sin embargo, no son ambientes que nos aíslan de las relaciones en las que ya estamos involucrados offline, como de muchas partes se ha sostenido.

Una investigación llevada a cabo por la Asociación de Webmaster Católicos italianos (WeCa) ha mostrado, por ejemplo, que las religiosas reproducen en la social network los vínculos internos dentro de su propia comunidad religiosa de pertenencia.

En la construcción de su propia network, los religiosas prefieren la relación de “amistad” con sus hermanas, independientemente de si son “geográficamente cercanas” porque viven en la misma comunidad, o “muy lejos” como sucede con los misioneros que viven en otros países, supliendo la falta de una relación face to face. Sin embargo, la social network es también un ambiente en el cual cultivar las relaciones con los fieles. Las relaciones cultivadas online pueden representar una respuesta a las transformaciones de la organización eclesiástica en el territorio, al cambio en las formas de la creencia religiosa y a las mismas condiciones de vida de los individuos. Facebook y la social media, en general ayudan a promover una individualización y personalización de la relación. Pueden surgir diversos estilos de presencia que dependen de las características personales, background cultural y social, experiencias y relaciones previas, tipo de cargo que se cubre al interno de la institución eclesiástica, así como las características de la comunidad a la que se pertenece. A través de las relaciones interpersonales e informales que ocurren online, en las cuales nos expresamos y conocemos al otro fuera del rol oficial que cubrimos, a menudo es posible reforzar algunas relaciones o establecer nuevas.

Finalmente, los medios siempre han jugado un papel importante en nuestra relación con el mundo. Si bien es cierto que lo que sabemos lo aprendemos cada vez más a menudo por los medios de comunicación y en consecuencia actuamos según lo que pensamos que es verdad, como nos ha enseñado ya Platón a través del mito de la caverna, conocer las lógicas que regulan los flujos comunicativos en la red y estar en grado de incidir en los procesos de conocimiento, constituye un objetivo imprescindible del cual no puede escapar quien desempeña un rol al interno de la Iglesia.

Como dice papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2018, es necesario reflexionar sobre las causas, la lógica y las consecuencias de las noticias falsas o fake news. En general, se hace cada vez más urgente aprender las reglas según las cuales se produce información y el conocimiento en la era de las redes sociales, teniendo en cuenta el hecho de que cada vez más usuarios se informan a través la social network y de los servicios de instant messaging. Para hacerlo es necesario adquirir “habilidades digitales”: un empeño del que no puede escapar quien está llamado a un compromiso pastoral al interno de una comunidad religiosa, cuyos miembros estarán cada vez más conectados e “influenciados” por lo que reciben y remezclan en línea.

Si queremos “incidir” en la sociedad no podemos evitar de acoger el desafío y las oportunidades que el nuevo contexto comunicativo nos presenta. Sin embargo, es necesario hacerlo, pero conociendo las reglas y las lógicas que rigen o gobiernan tales ambientes comunicativos.

Rita Marchetti
Universidad de los estudios de Perugia


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