Roma, 5 de febrero de 2020
Memoria de Maestra Tecla
Queridas hermanas y jóvenes en formación:
Del hermoso mensaje de Papa Francisco para la 54a Jornada Mundial de las comunicaciones sociales, dos frases, particularmente me han inspirado esta carta:
Cada uno de nosotros conoce diversas historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida.
En todo gran relato entra en juego el nuestro.
Personalmente, no he conocido a Maestra Tecla, no me ha envuelto su mirada penetrante, no he escuchado sus palabras y no me ha consolado su estímulo. La he “descubierto”, en el preciso momento en que más conscientemente, me acercaba a la vida paulina. Para mí – que frecuentaba desde siempre, el mundo de las Hijas de San Pablo, encerrado en la librería de mi ciudad – existía hasta entonces, solo P. Alberione: lo admiraba, me fascinaba su completa participación, en la realidad social y eclesial de su tiempo, su preocupación misionera y cuanto había realizado para que Cristo fuera anunciado a todos, con todos los instrumentos y lenguajes de la comunicación.
Pero encontrar a Maestra Tecla, primero en las páginas de un libro y luego en el testimonio de quien la había conocido, ha sido – estoy segura – el “resorte” que me impulsó a dar el paso definitivo hacia la vida de consagración paulina.
A Maestra Tecla, no le he conocido y vivo en la constante añoranza de esta “madre”. Padre Alberione, dos años después de la muerte de la Primera Maestra, ha dicho:
Siéntanla presente: como ella enseñó con la palabra y con el ejemplo, hasta el último momento de su vida. Siéntanla presente, no solo para invocarla, sino sobre todo, para imitarla.
Imitarla en su docilidad, en la humildad, en la coherencia, en su ser místico-apóstol, en su capacidad de no dejarse abrumar por la situaciones y releer desde la fe, cuanto sucede. De hecho, Maestra Tecla, solía hacer síntesis “sapienciales” que ella introducía con la expresión: «He aprendido que…». La más maravillosa síntesis:
He aprendido que solo se necesita confiar en Dios y permanecer tranquilas y serenas que todo irá bien, incluso cuando nos parece lo contrario…
Imitarla en esa pasión misionera, que ha compartido por largo tiempo con padre Alberione y por la que nos instaba a tomar « parte viva en los muchos dolores que hay en el mundo», haciendo todo con Jesús y por Jesús. Por este motivo, el único criterio que recomendaba a nosotras, sus hijas, para emprender cualquier iniciativa apostólica era: « ¡Con tal que haga el bien!». Si una iniciativa hace el bien, no debe existir obstáculo, para realizarla, porque vale el espíritu del Pacto.
En la mesa alrededor de la cual estamos acostumbradas a reunirnos en nuestros consejos, hemos optado por poner junto a la Palabra de Dios, una foto de Maestra Tecla. Es grato sentirnos observadas, acompañadas y bendecidas por ella. Una sugerencia constante para mí, es aprender de su sabiduría materna, capaz de intuir, prever y para todas tener un remedio y un consuelo, como dijo el card. Larraona en su homilía fúnebre.
Para todas nosotras y para los miembros de la Familia Paulina, que tanto ha amado la Primera Maestra Tecla, pedimos su materna intercesión. Con gran afecto,
Hna. Anna Caiazza
Superiora general