San Pablo, 21 maggio 2010
Queridas Hermanas,
No podemos cerrar este Encuentro y nuestra última información sin decirles un profundo gracias a todas ustedes que nos acompañaron con tanto cariño y oración. Hasta el último momento las sentimos con sus bellos mensagens.
Un gracias muy especial al gobierno general y a Sr. Battistina Capalbo que supo conducir el Encuentro con tanta sabiduria y que se va del Continente Americano con un corazón más misionero.
Un gracias particular a la Provincia del Brasil por la acogida. Un gracias a cada una de la participantes que ha contribuido para que la gracia de Dios nos llegara a todas.
En estos últimos tres días, después de haber reflexionado sobre tantos contenidos y de seguir escuchando el interrogante ‘Cómo compartir energías y recursos, proyectando itinerarios comunes para responder a los llamados de Dios? hemos tenido un momento de oscuridad. Pero, como nuestro corazón latino es un corazón misionero, no nos detuvimos. Nos iluminaron las palabras de nuestro fundador Ustedes no tienen una particularidad en la Iglesia; tienen un sentido universal… ¡Universalidad! No tener una cabeza pequeña que ve solamente lo propio, sino ayudarse en lo pequeño, casa a casa…. Así, este momento de crisis nos llevó a decisiones muy importantes de solidaridad y de comunión en todos los ámbitos de nuestra vida paulina.
Abrimos nuestro último día de Encuentro con una agradable acción de gracias, compartiendo todos los dones que el Señor nos ha regalado y por lo que nos ha permitido realizar y vivir en este tiempo. Cada una de las participantes fue instrumentos de luz para las demás. Así, todo el camino de estos días recogido en un pequeño documento, que encierra un feliz término de conquistas importantes dentro de los objetivos previstos.
La Hna. María Antonieta Bruscato, superiora general, en su conclusión del Encuentro con la expresión Guiadas por el Espíritu, reencontraremos en la ciudad profecía y comunión solidaria, nos ha recordado primeramente que estamos aqui porque el Señor nos amó y nos llamó gratuitamente y nos constituyó discípulas-misioneras. La Hna. María Antonieta nos ha exortado a dejarnos conducir por el Espíritu: Para poder seer constructoras de comunidad de verdaderas discípulas, que el Maestro reconoce, ama, y continuamente envía.
La Hna. María Antonieta ha insistido bastante sobre el tema de la unidad entre nosotras: Querese bien y trabajar en comunión solidaria cualificará nuestra vida, revitalizará nuestro apostolado, multiplicará nuestra creatividad, convocará jóvenes a seguir a Jessucristo en esta bella misión paulina.
A continuación tuvimos un encuentro con el cardenal de San Pablo, Don Odilo Pedro Scherer, que nos dirigió palabras muy oportunas para este momento, reforzando algo esencial para nosotras: Somos llamadas en la Iglesia de este continente para decirle a todo el pueblo que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. El mundo, el Continente ha cambiado pero nosotros, nosotras estamos aqui para continuar anunciando a Jesús. Es necesario cambiar tantas cosas, pero lo esencial es siempre partir de Jesús.
Además, sus palabras tan pastorales nos han tocado el alma misionera: Nuestra preocupación no debe ser sólo de llegar con la Palabra a los que ya están en la Iglesia, sino ir al encuentro de aquellos que no están, aquella parte del pueblo que no va a la Iglesia. Lo que recibimos lo tenemos que compatir con el mundo. La Palabra de Dios es para toda la humanidad, no sólo para algunos. Y terminó con una significativa y oportuna expresión: Una comunidad rica de vida cristiana será plataforma de muchas vocaciones.
Cerramos nuestro encuentro con la solemne Celebración Eucarística, presidida por el Cardenal, con la participación del padre Valdecir, superior provincial de la Sociedad San Pablo. Presentamos nuevamente nuestro continente al Señor, y sobre el altar pusimos el Proyecto de Rediseñación del Continente en un gesto simbólico, pidiendo a Dios toda la fuerza para llevarlo adelante.
Al concluir la Celebración Don Odilo nos dio la bendición solemne de los apóstoles. Y partimos con alegría, con el corazón pleno de la Palabra y con la profecía en la mirada.
Gracias a todas.
sr. Iris Pontim e sr. M. Rogeria Bottasso