La Buena Noticia reparte del hombre
Palabras que ponen al centro al hombre y su capacidad de elegir entre el bien y el mal.
Este es el sentido auténtico del mensaje de Papa Francisco para la 51ª Jornada mundial de las comunicaciones sociales que se celebra el domingo 28 de mayo. El Pontífice nos exhorta a moler los contenidos de modo constructivo, sin dispersar los frutos de nuestra comunicación en preconceptos, miedos y hábitos. Al mismo tiempo nos pide que abramos de par en par nuestra mirada a lo que hace una noticia buena, inspirados siempre por la Palabra auténtica de Jesús que es el mismo contenido originario de toda comunicación. Al remitirse a las palabras de Isaías 43,5 de las cuales el mensaje toma inspiración del título: No temas, porque yo estoy contigo.
De este paso se percibe la idea de comunicación de Francisco: una comunicación que se hace consolación, proximidad, comunión. Tal como hace el Buen Samaritano, que para el Papa, representa el modelo perfecto de Comunicador porque desciende entre los últimos y al mismo tiempo asciende con ellos hasta el Cielo.
Este mensaje es un ejercicio en busca del Bien que podemos interceptar también en las pruebas más duras, en los días más oscuros que ponen en peligro nuestro equilibrio. Es como si Francisco nos ofreciera una oportunidad: encerrarnos en los laberintos de nuestro egoísmo anestesiando nuestras conciencias o bien confiándolas a Él que «ilumina nuestra ruta y abre senderos nuevos de confianza y de esperanza».
La comunicación somos nosotros, pareciera decirnos el Papa. Somos nosotros los que proyectamos en nuestras acciones y en nuestras comunicaciones bondad, belleza, sufrimientos y fracasos. Por esto aunque Francisco no hable explícitamente de esto emerge el papel de los media como canales vivientes de confianza y de esperanza. Aquellos media que para nosotros, operadores de la comunicación, son el pan de cada día y el motor de nuestro servicio. A veces nos olvidamos alimentando mecanismos contra-positivos, reduciendo los media a instrumentos para batallas ideológicas, destruyendo el sentido originario y original de nuestra misión: testimoniar la Buena noticia, hacerla palabra viva, encarnarla en los lugares y en los tiempos de nuestra acción.
Se trata de un desafío que debemos hacerlo nuestro – como nos pide Francisco en Evangeli Gaudium – leyendo y viviendo una contemporaneidad en la cual «las redes y los instrumentos de la comunicación humana han llegado a desarrollos inauditos». Por esto, según el Pontífice, es necesario «descubrir y transmitir la “mística” de vivir juntos, de mezclarse, de encontrarse, de tomarnos de la mano, de apoyarnos, de participar a esta marea un poco caótica que puede transformarse en una verdadera esperanza de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación».
Hagamos, pues, nuestras las palabras de este Mensaje (re) humanizándonos a una «comunicación constructiva que en el rechazar los prejuicios hacia los demás, favorezca una cultura del encuentro, gracias a la cual se pueda aprender a mirar la realidad con consciente confianza».