La esperanza es la más humilde de las virtudes,
porque permanece escondida en los pliegues
de la vida, pero es similar a la levadura
que hace fermentar toda la masa.
Nosotros la alimentamos leyendo de nuevo
la Buena Nueva, ese Evangelio
que ha sido muchas veces «reeditado» en las vidas
de los santos, hombres y mujeres convertidos
en iconos del amor de Dios.
También hoy el Espíritu siembra en nosotros el deseo del Reino,
a través de muchos «canales» vivientes,
a través de las personas que se dejan conducir
por la Buena Nueva en medio del drama
de la historia, y son como faros en la oscuridad
de este mundo, que iluminan el camino
y abren nuevos senderos de confianza y esperanza.
Papa Francisco