Maestra Tecla, mujer de colaboración y comunión

sor Anna Maria Parenzan, Superiora general

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Queridas hermanas

Mientras nos preparamos para celebrar el 53.mo aniversario de su paso a la vida eterna, es bello mirar aún a nuestra Madre para acoger sobretodo la capacidad de mediación y de colaboración en la obra que el Fundador estaba llevando a cabo, en obediencia a los signos de Dios.

En la voluminosa Positio que trata de las virtudes heroicas de la Venerable sor Tecla Merlo, se lee: «Tecla Merlo […] ha sido una gran mujer, una perfecta religiosa, una cofundadora iluminada y profética, abierta a las necesidades de los tiempos modernos, una humilde y fiel escrutadora de la voluntad divina, que ha buscado siempre y solamente la gloria de Dios y el bien de las almas»[1].

Maestra Tecla desde el inicio ha comenzado un papel de mediación de la gracia carismática, con plena confianza en el instrumento elegido por Dios. Confiaba en los primeros tiempos de la fundación: «Tengo mucha confianza en el Señor, pero también en el Señor Teólogo porque sé que él está mandado por Dios y donde pasa él, también yo puedo pasar y estar tranquila de no equivocarme»[2]

Sor Nazarena Morando testimoniaba: «Cuando las Hijas de San Pablo no tenían aún un nombre, un rostro, ni una casa, la Primera Maestra ha creído y se abandonó con plena confianza en Dios y fue dócil hasta el heroismo. Yenía una fe que la llevaba a aceptar la voluntad de Dios, inclusolas disposiciones y las directivas del Primer Maestro, incluso cuando eran oscuras, tasativas e importaban sacrificios y renuncias […]. La Primera Maestra, de hecho no era de carácter débil, pasivo; era fuerte, enérgica, decidida […]. Por lo tanto, su abandono y su docilidad eran fruto de la fe»[3].

Ha seguido al Fundadora con la docilidad del corazón, sabiendo que a través de él Dios le indicaba el camino. Así escribía en 1950: «Tengo plena confianza en sus palabras» (LMT 86n). Y en otra carta del mismo año: «Sea como el Padre que corrige a su hija. Él lo sabe, estoy en sus manos. Disponga como de un pañuelo. Siempre tengo tanto miedo de no hacer el bien y de llevar a las Hijas de San Pablo…  a través de…» (LMT 87n).

Don Alberione, como aparece en tantos escritos, se servía de su mediación para trasmitir las orientaciones a la Congregación.

Junto al Fundador, incluso en los grandes viajes apostólicos, en auto y en avión, ha podido captar las confidencias, las alegrías y las amarguras. Escribió desde Roma el 16 de octubre de 1939 a sor Paulina Pivetta: «A estas alturas ya sabrás que he tenido que partir con urgencia. Me han llamado para ver si se puede ayudar un poco al Primer Maestro que se encuentra en estrecha necesidad. Pero como hasta ahora nunca han tenido tan apremiantes necesidades materiales. Me da mucha pena que no sé qué haré para ayudar…».

Don Alberione siente a Maestra Tecla copartícipe y corresponsable del diseño de Dios: él la informa de cada paso; solícita su presencia en la visita a las casas (LMT 22, 42, 57, etc.); espera su parecer sobre cuestiones e iniciativas (LMT 4, 6, 7, etc.); le encarga dar normas para el apostolado; disponer para la justa relación con las otras instituciones femeninas (LMT 3, 9, 53, 54).

La Primera Maestra recibe y aplica cada orientación del Fundador con la riqueza de su don; o bien aporta la contribución de su experiencia para un discernimiento más profundo cuando la voluntad de Dios no está aún bien evidenciada (cfr. LMT 53, nota n. 1).

srTecla&donAlberioneEl Fundador pone continuamente a la luz de la madre sobre cuyos pasos es necesario caminar: «La docilidad DE LAS Hijas de San pablo a la Primera Maestra explica su rápido desarrollo y el éxito de su apostolado» (LMT 115). Él afirma que su ayuda para constituir las Pías Discípulas y las hermanas Pastorcitas colaborando para su nacimiento, crecimiento y para la aprobación canónica (cfr. AD 237).

El 2 de septiembre de 1954, don Alberione solicitaba a las hermanas a asumir la palabra de la Primera Maestra como si fuera su mismo pensamiento: «No hay dos pensamientos, sino uno solo que creo sea el pensamiento y el deseo de Dios».

El 15 de septiembre de 1960, en preparación a la fiesta de Santa Tecla, don Alberione confiaba a las Hijas de San Pablo: «A la Prima Maestra le deben todo y le debo también yo mucho porque me ha iluminado y orientado en cosas y circunstancias alegres y tristes; ha sido de confortación en las dificultades que obstaculizaban el camino».

Maestra Tecla ha sido capaz de una mediación continua, como ha recordado don Renato Perino ssp, con ocasión del Convenio Vi porto el cuore: «Creo que la gran misión y la gran lección de Maestra Tecla haya sido esta mediación continua, conducida en un espíritu de fidelidad a Don Alberione y en una obediencia algunas veces heroica; pero siempre de una obediencia ejercitada de pie…».

En el mismo Convenio, padre Silvano Gratilli ssp afirmaba: «Ella (M. Tecla) ha cumplido una preciosa obra de mediación entre la inspiración, el instituto y las directivas del Fundador y las Hijas de San Pablo. Ha recibido, asimilado y transmitido, por eso ha aceptado y ha hecho aceptar, ha elaborado y ha hecho elaborar, ha ejecutado y ha hecho ejecutar. El resultado es el apostolado paulino en el mundo. No es retórica sino expresión de sinceridad, si afirmamos que la Primera Maestra Tecla Merlo ha sido la Madre de toda la Familia Paulina».

También hoy, Maestra Tecla nos hablaría de comunión, de colaboración, de corresponsabilidad, de gratuidad, de compromiso para hacer crecer a nuestro alrededor un espíritu de familia más auténtico, para ser «un solo corazón y una sola alma», todos unidos, religiosos, religiosas y laico, ara que «la Palabra de Dios corra y sea glorificada».

sor Anna Maria Parenzan


[1] Informatio, p. 2.
[2] Le nostre origini, p. 10.
[3] Summarium, § 684.


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