Ir de misión no es hacer turismo, y Jesús advierte a los suyos: «No les tengáis miedo». El envío en misión de parte de Jesús no garantiza a los discípulos el éxito, así como no les pone a salvo de fracasos y sufrimientos. Ellos deben tener en cuenta tanto la posibilidad del rechazo, como la de la persecución. Esto asusta un poco, pero es la verdad.
El discípulo está llamado a adaptar su propia vida a Cristo, que fue perseguido por los hombres, conoció el rechazo, el abandono y la muerte en la cruz. ¡No existe la misión cristiana caracterizada por la tranquilidad! Las dificultades y las tribulaciones forman parte de la obra de evangelización, y nosotros estamos llamados a encontrar en ellas la ocasión para verificar la autenticidad de nuestra fe y de nuestra relación con Jesús. Debemos considerar estas dificultades como la posibilidad para ser todavía más misioneros y para crecer en esa confianza hacia Dios, nuestro Padre, que no abandona a sus hijos en la hora de la tempestad. Ante las dificultades del testimonio cristiano en el mundo, no somos olvidados nunca, sino siempre acompañados por el cuidado atento del Padre. Jesús tranquiliza tres veces a sus discípulos diciendo: «¡No tengáis miedo!».
No olvidemos esta palabra: siempre, cuando nosotros tenemos alguna tribulación, alguna persecución, alguna cosa que nos hace sufrir, escuchamos la voz del Señor en el corazón: “¡No tengáis miedo! ¡No tener miedo, ve adelante! ¡Yo estoy contigo!”. No tengáis miedo de quien se ríe de vosotros y os maltrata, y no tengáis miedo de quien os ignora o “delante” os honora pero “detrás” combate el Evangelio. Jesús no nos deja solos porque somos preciosos para Él.
Papa Francisco