Comenzar a resucitar (Juan 20,1-9)
La resurrección no es algo que será.
Se resucita ahora, cada vez que nos sumergimos en ese silencio profundo que nos
permite desacelerar la vida, liberar tensiones, mirarnos con infinita compasión.
La resurrección no es algo que será:
es el aroma de la vida que ya experimento aquí, ahora, cuando reconocemos que estamos vivos gracias a las unciones fragantes y amorosas que nuestros hermanos derraman sobre nuestra carne cansada.
La resurrección no es algo que será:
es algo que ya está aquí, cuando sentimos el aliento de las cosas que empiezan.
La resurrección no es algo que será:
es dejarse tocar el corazón por la mañana que pacientemente se abre mientras sale el sol;
es respirarel primer llanto de las bebés que nacen;
es conmoverse por los corazones que se enamoran por primera vez;
es morir con los que mueren sintiendo que aquello es solo un nuevo comienzo;
es conmoverse por el primer paso, por la primera palabra, pero también por la primera desilusión, la primera caída, la primera derrota.
es lo que vivimos ya aquí, en cada respiración profunda, que acaricia nuestras resistencias.
