Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones (cf. 1Pd. 3, 15-16)

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El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales llama la atención sobre el hecho de que hoy en día, con demasiada frecuencia, la comunicación es violenta, dirigida a “golpear” y no a establecer las condiciones para un diálogo. Por tanto, es necesario desarmar la comunicación, purificarla de agresividad. Desde los programas de entrevistas hasta las guerras verbales en las redes sociales, el paradigma que corre el riesgo de imponerse es el de la competición, de la oposición y de la voluntad de dominio.

Para nosotros, los cristianos, la esperanza es una persona y es Cristo. Y siempre está ligada a un proyecto comunitario; cuando hablamos de esperanza cristiana no podemos prescindir de una comunidad que vive el mensaje de Jesús de forma tan creíble que deja entrever la esperanza que conlleva, y es capaz de comunicar la esperanza de Cristo con hechos y palabras aún hoy.