Pascua de Resurrección 2023

Carta de Hna. Anna Caiazza, Superiora general

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Queridas hermanas y jóvenes en formación:

Con gran alegría y renovado asombro les dirijo el anuncio que funda nuestra fe, sostiene nuestra esperanza, motiva nuestra caridad: ¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente! Un anuncio que hace correr, que da alas al corazón… porque no es posible contener el “fuego” que lo habita.

Y de una “carrera” nos habla el evangelista Juan (cf. Jn 20,1-9), expresando casi “visualmente” el estado de ánimo de Simón Pedro y del otro discípulo mientras, a prisa, intentan llegar al sepulcro que encontraran vacío, deshabitado, porque Dios habita en otra parte: habita en la vida.
«Corrieron juntos», está escrito: nunca se llega a solo a la resurrección. El discípulo más joven, y más veloz, llega antes, se inclina para ver pero se queda en el umbral, espera a Simón Pedro. El amor siempre tiene prisa pero sabe esperar y respetar.
Los dos discípulos ven signos de muerte, pero es la fe en la Palabra del Señor y en su amor lo que les introducirá en la resurrección. Así para nosotros, para los discípulos de todos los tiempos, arrebatados por el soplo del Resucitado, por la fuerza de su Espíritu que nos hace ver y trabajar por un mundo nuevo, donde el mal no venza, donde las heridas de la vida puedan curarse y generar sanación.

Sí, hermanas, Cristo ha resucitado! ¡Ha verdaderamente resucitado! Y nosotras con Él. Que este anuncio de alegría pase hoy de boca en boca en nuestras comunidades; que cada una lo repita ante todo a la otra que está cerca de ella, que comparte su vida cotidiana con sus alegrías y fatigas. Acojámoslo una de la otra, con la “agilidad” de la que hablan los relatos de la resurrección, iluminadas por aquella luz discreta que acompaña la carrera de los discípulos y se abre camino entre dudas, vacilaciones y perplejidades.
Y, como aquellos primeros testigos, ayudemos también a los demás -a los muchos hermanos y hermanas a los que somos enviados con las múltiples expresiones de nuestro apostolado- a comprender que la Vida ha vencido para siempre a la muerte, que el aliento del Viviente sigue alimentando el aliento del mundo, que cada día es un milagro que nos toca, que la aventura de vivir tiene desde ahora los rasgos de la eternidad.

Que el Señor nos conceda vivir como el Resucitado para llevar al mundo la luz del Resucitado:
Un rayo de luz que desvía las tinieblas. Un rayo de luz que parte del Tabernáculo. Un rayo de luz del Evangelio. Yo soy la luz del mundo, dice Jesús. Ustedes son la luz del mundo, dice Jesús. Brille su luz, dice Jesús. La luz de Dios está en la verdad, bondad, gracia. ¡Pascua luminosa! (Don Alberione).

Que esta alegría se refleje, de modo especial, en las hermanas Pías Discípulas y Pastorcitas, que se preparan a celebrar sus Capítulos generales.
Y el augurio de una “Pascua luminosa” llegue también a todas ustedes, a sus familias, los miembros de la Familia Paulina, los colaboradores laicos, los amigos, y benefactores.

Con gran afecto, en comunión de alegría y esperanza.

Hna. Anna Caiazza
y Hermanas del gobierno general


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