…Se alejó
Jesús, lleno del Espíritu Santo, se alejó del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, por cuarenta días, siendo tentado por diablo. En esos días no comió nada, pero al terminar sintió hambre. (Lc 4,1-2)
El Espíritu me guía,
el Espíritu « guía » a Jesús en el desierto.
Cuando somos tentados, cuando parece que todo rema en contra nuestra
cuando Dios parece lejano, felizmente ocupado en los cielos,
el Espíritu nos guía como hizo con Jesús.
Él va con nosotros en nuestros desiertos y en nuestras pruebas,
donde nosotros no estamos jamás solos.
Es el Espíritu que vence en nosotros esa voz maligna
que quiere hacernos dudar del amor de Dios,
de su ayuda, de su cercanía.
No hay situaciones,
por muy dolorosas o absurdas que sean,
en las que Dios esté ausente.
Toda nuestra historia, personal y cósmica,
Es guiada por el Espíritu de amor.
Señor Jesús,
Mi vida está en tus manos,
custodiada por ti.
Sé que tu amor misericordioso
me acompaña siempre,
en los caminos llanos y en los espinosos,
donde el sendero parece no existir.
Haz que yo sea dócil a la guía de tu Espíritu.
Amén.
Tomado del libro El Evangelio se hace camino de Roberta Vinerba, Paulinas
