Roma, 30 de junio 2024
Queridas hermanas y jóvenes en formación:
Impulsada por la Bula de convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025, que se inspira en el conocido versículo de la Carta a los Romanos: Spes non confundit (La esperanza no defrauda, Rm 5,5), quisiera – en este día tan importante para la Familia Paulina – reflexionar con ustedes sobre el vínculo que el Apóstol establece entre esperanza y paciencia.
La esperanza, nos enseña San Pablo, es algo muy concreto, tiene una fuerza tenaz, nos mantiene en pie y en camino. Es una virtud inspirada por el Espíritu, vive en el aquí y ahora, se amasa en el presente. No se trata de «esperar un futuro mejor», dijo hace tiempo el Papa Francisco, sino «es tener ya hoy algo que te mueve, te cambia y te abre camino. Y te da ganas de caminar».
Esperar es también espera paciente y laboriosa, tendiendo al descubrimiento– en lo más profundo de nuestro hoy–de una vida que va más allá y que nada puede detener; una vida que hay que acoger y redefinir cada día, a la luz de la propia paciencia de Dios y de lo que Él nos ha prometido.
La palabra griega para “paciencia” es makrothymia (magnanimidad) e indica básicamente una forma de respirar. La paciencia es como una respiración “larga”, completa, pero tranquila y regular, incluso ante las dificultades; permite que uno sea capaz de soportar las ofensas y debilidades de los demás, de apoyar a los demás y su historia, de aceptar la diversidad y la complejidad.
La paciencia mantiene viva la esperanza y, como escribe el Papa, «la consolida como virtud y estilo de vida». Quien vive “en estado de esperanza”, ejercitando paciencia y resiliencia, es capaz de dar sentido incluso a las más grandes “dificultades” de la vida, como subraya nuestro Fundador en la oración Para obtener la paciencia, que las invito a rezar conmigo, en este tiempo difícil pero grávida de la esperanza del Evangelio.
Queridas hermanas, las saludo, también en nombre de las hermanas del gobierno general, quisiera hacer llegar mis mejores augurios a quienes, en distintas partes del mundo, han pronunciado su sí generoso en su primera profesión o profesión perpetua, y a las hermanas que celebran la fidelidad del Señor en el aniversario de su profesión.
Con afecto, en profunda comunión.
Hna. Anna Caiazza
Superiora general