«Descubrí el cristianismo a los dieciséis años, cuando me matriculé en la escuela secundaria católica. Mi elección fue dictada por el deseo de aprender el inglés en la escuela que dirigían las religiosas. Pero el Señor tenía un diseño diverso para mí…»
Hna. Teresia Makiko Inoue
Me llamo Teresia Makiko Inoue y soy japonesa. Entré entre las Hijas de San Pablo en 1997. Actualmente me encuentro en Roma para estudiar el idioma italiano. Soy feliz de estar aquí donde nuestro Fundador, el beato Santiago Alberione, Maestra Tecla y las primeras hermanas han vivido.
Mi familia es budista, y también yo lo era. Cuando pienso en esto, continúo asombrándome del misterio de mi vocación: ¿por qué me llamó el Señor justo a mí, que no conocía nada de Él? Descubrí el cristianismo a los dieciséis años, cuando me matriculé en la escuela secundaria católica. Mi elección fue dictada por el deseo de aprender el inglés en la escuela que dirigían las religiosas. Pero el Señor tenía un diseño diverso para mí…
Una de las condiciones requeridas para acceder a la escuela era la de comprar los libros escolares. Entre ellos, la Biblia. No siendo cristiana, no quería compararla. Tuve que hacerlo, de mala gana, y la puse en un estante de mi cuarto. Pasó un año. Un día, sin embargo, me recordé que había gastado dinero y… comencé a leer aquel “libro”. Me encontré con el Evangelio de San Juan: «Ámense los unos a los otros como yo los he amado» (13,34) y pensé en cuánto era verdad lo que decía Jesús: amar a los otros es la cosa más importante. Después, cuando leí el texto de la pasión y muerte de Jesús, quedé impresionada con sus palabras de perdón hacia aquellos que lo estaban matando. Pensé que “aquel Jesús” era una persona especial y que valía la pena conocerlo más. Inicié así a asistir a la Iglesia católica.
A los dieciocho años me bauticé. Pero primero hablé con mis padres. Nadie se imaginó que yo quería ser religiosa. Era una realidad que poco a poco fue tomando forma dentro de mí.
Antes de recibir el Bautismo, las hermanas de la escuela secundaria me enseñaron el catecismo. Fueron amables y generosas. Quedé muy impresionada por el estilo de vida que llevaban y por su renuncia al matrimonio para vivir sólo para Dios. Me di cuenta que eran diferentes de otras personas; sentí su santidad. ¿Por qué no vivir como ellas? ¿Por qué no ser una de ellas?
Un día, en el periódico diocesano, me encontré con la noticia de un retiro espiritual para jóvenes. La invitación era de las Hijas de San Pablo…
Comencé a ir a la Librería Paulina de Tokio para buscar libros o artículos religiosos. Viendo a las hermanas que trabajaban con alegría y dedicación en la difusión del Evangelio, descubrí la belleza del carisma paulino. “¡Que bello si pudiera trabajar como ellas y comunicar el amor de Dios a través de los medios de comunicación!”, pensaba. Elegí así las Hijas de San Pablo. Entré en la congregación y trabajé en la misma librería donde había nacido mi vocación. El Señor realizó mi deseo, y no dejaré de agradecerle por su bondad. El Shintoismo y el Budismo son las religiones más difundidas en Japón, pero muchas personas no practican ninguna. El individualismo es evidente. La familia está en crisis. Los ancianos, cada vez más numerosos, viven solos y marginados de la sociedad. Después del terremoto del 11 de marzo de 2011, muchos no tienen ya esperanza; la gente está confundida y está perdiendo el sentido de la vida.
Cuando era estudiante, también yo era así. Encontrando a Jesús, encontré a alguien que me ama y me sostiene. Siento que su Palabra me ayuda a dar significado a mi vida y a la de los demás. A través de mi vocación me gustaría transmitir a todos, que Dios nos ama mucho y siempre.