Superiora General – Cuaresma 2011

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Cuaresma 2011
 
Queridas hermanas y jóvenes en formación,
 
Dos semanas atrás hemos concluido el Intercapítulo, que ha sido un momento de verdadera gracia para toda la congregación. Movidas por el Espíritu, hemos comprendido con mayor claridad la necesidad de perseverar en la escucha obediente del Señor, para permitir que su Palabra, que habita en nosotras, “estalle” con su fuerza transformadora. Una trasformación interior profunda, que es don y compromiso: un don ofrecido cotidianamente por Cristo encontrado en la Palabra, en la Eucaristía, en los signos de los tiempos, en la fragilidad de la condición humana y también en las “noches” del mundo; el compromiso de vivir “en estado de conversión”, de “salvadas”, para ser aquellos «canales de la gracia» a través de los cuales pasa la acción de Dios y su misericordia.
Don Alberione decía que puede ser “canal” sólo quien ante todo se hace “cauce”: «El cauce primero se llena y después se derrama; pero primero se llena» (FSP41, p. 272). Sólo así la historia adquiere sentido y se transforma en “historia de salvación”, lugar y espacio de esperanza.
 
‘Qué tiempo puede haber de más favorable que el de Cuaresma para vivir todo esto? El camino hacia la Pascua está “solidificado” por la Palabra. Con la mirada fija en el horizonte luminoso de la resurrección, estamos invitadas, junto a todos los creyentes, a recorrer un itinerario que este año asume una connotación decididamente baustimal.
Benedicto XVI, en su Mensaje para la Cuaresma de 2011, recuerda el «nexo particular» que vincula el bautismo con la Cuaresma, como «momento favorable para experimentar la Gracia que salva»; un vínculo muy bien expresado en los numerosos «elementos bautismales, propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium 109) y en la costumbre de celebrar este sacramento en la Vigilia Pascual. En el bautismo, escribe el Santo Padre, «se realiza aquel gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos».
 
San Pablo nos explica el sentido de esta participación a la vida nueva, hecha posible, gracias al bautismo, desde el injerto en la vida de Cristo. Y don Alberione nos indica cómo hacer operativo este injerto «Pensar injertarse en Cristo Maestro, meditar lo que ha hecho, cómo ha vivido… Tú eras un olivo silvestre, pero has sido injertado, en el olivo fértil, sano, perfecto (cf. Rom 11,24). Injertadas en Cristo: la cabeza, el corazón, la mente, las actividades, las obras y todo el apostolado, ¡si, todo el apostolado! (FSP-SdC, p. 262).
 
El don del bautismo debe ser continuamente reavivado, como repite el Papa. Por esto, guiadas por la Palabra que la liturgia nos ofrece en este tiempo, sobre todo en los textos evangélicos de los domingos, descubrimos el fundamento bautismal de nuestra especial consagración: de hecho, el Padre nos ha elegido «en el bautismo a vivir en su Hijo» y nos consagra «más profundamente a sí para enviarnos a anunciar las insondables riquezas del misterio de Cristo» (Const. 4).
 
Las hermanas de la Comisión para la animación sobre las Constituciones, en el texto Para que Cristo resucite en nosotros. En camino hacia la Pascua, nos sugieren muy sabia
 
Istituto della Pia Società Figlie di S. Paolo,  Casa generalizia – Via S. Giovanni Eudes 25, 00163 Roma, Tel. 06.661.30.39
 
mente un itinerario en tres momentos que, partiendo del camino litúrgico ofrecido a toda la Iglesia, nos hace meditar, y ejercitar, sobre la necesidad de:
 
1.      «tener un corazón penitente» (Tengan el dolor de los pecados), dejando que «Cristo nos introduzca en su camino, que es camino de cambio, de transformación, de re-creación, de transfiguración»;
 
2.      «vivir en escucha de una Presencia (Desde aquí quiero iluminar), en fidelidad cotidiana a la Palabra escuchada y meditada, y a la Eucaristía celebrada, adorada y vivida;
 
3.      «testimoniar a Cristo muerto y resucitado» (No teman: yo estoy con ustedes), porque el anuncio de la resurrección pasa a través de los testigos, que también de la noche, aprenden a acoger la luz de la Pascua».
 
Este itinerario, que se ubica bien en el camino de reapropiación de las Constituciones y de profundización de nuestra identidad carismática, será ulteriormente iluminado por las reflexiones que, sobre los mismos temas del Evangelio de los domingos de Cuaresma, será propuesto en el sitio www.paoline.org.
 
Queridas hermanas, no al acaso he usado primero, el verbo “ejercitar”. La tradición cristiana aconseja al cristiano, en tiempo de Cuaresma, sobre todo la oración, el ayuno y la condivisión. Se trata de tres acciones que Jesús mismo recomienda en el sermón de la montaña, tres acciones esenciales para vivir libres de toda idolatría: «la oración significa privarse del tiempo para concederlo a Dios, el ayuno es privarse del alimento para despojarse personalmente, la condivisión es privarse de cuanto se posee personalmente para compartirlo con los necesitados» (E. Bianchi).
 
Invito a cada una a dedicarse con amor y responsabilidad a estos “ejercicios”, sobre todo donando tiempo a Dios, a la escucha de su Palabra, haciéndole espacio en la vida, dejando que ella actúe en nosotras y a través de nosotras, lo que dice. Sólo entonces será Pascua: cuando nuestra existencia se transforma en “lugar” en el que Cristo resucita.
 
En todo el mundo es grande el compromiso personal e comunitario para hacer de la Palabra el centro de la vida y de la misión. Durante el Intercapítulo hemos recibido la noticia que la Conferencia Episcopal de Madagascar nos ha confiado la publicación de la Biblia en malgache. Es una “buena noticia”… Las hermanas están trabajando intensamente en este proyecto que, como pueden imaginar, requerirá también una gran inversión económica, que la delegación no podrá sostenerla enteramente. Por esto hago un apelo a la generosidad de todas ustedes, para que las renuncias de este tiempo cuaresmal puedan ser destinadas a concretizar este espléndido don para la Iglesia de Madagascar. Pueden enviar su oferta al economato general, que lo hará llegar a destinación. Desde ya gracias.
El apóstol Pablo y nuestros “santos” nos acompañen en el camino cuaresmal para que podamos vivir en plenitud el encuentro con Cristo crucificado y resucitado.
Les pido un recuerdo en la oración por las visitas fraternas y finalizadas que nos preparamos a realizar en India y África.
 
Con mucho afecto, en comunión de alegría y de esperanza.
 
Sor M. Antonieta Bruscato
       superiora general

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