Superiora General – Pascua 2010

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Muy queridas Hermanas y Jóvenes en formación:

con corazón gozoso y festivo, celebramos el triunfo de Cristo que ha pasado de la muerte a la vida para estar siempre con nosotros.

Hemos vivido con intensidad el tiempo cuaresmal, dejándonos convertir e iluminar por la Palabra de Dios que la liturgia ha sembrado cada día en nuestra mente y en nuestro corazón. Hemos realizado gestos concretos de bondad y de benevolencia hacia nuestros hermanos y hermanas, como expresión de la vitalidad de la Palabra sembrada en nosotras. Hemos contemplado el rostro del Señor, transfigurado y sufriente, en la persona de muchos de nuestros compañeros de camino, quienes viven en su propio ser el misterio de la cruz.

Ahora, en la fe, contemplamos el rostro glorioso de nuestro Maestro y Salvador, recibiendo con estupor el anuncio pascual: ¡Cristo ha resucitado! Es el grito de nuestra fe y de nuestra esperanza. El Alleluia pascual nos invita a la fiesta, a la alegría, a ser creaturas nuevas. En Jesús resucitado brota la vida y ya nada es como antes, todo adquiere un significado nuevo, profundo y definitivo.

Con su Resurrección el Maestro Divino inaugura un mundo nuevo: el mundo de Dios, donde triunfa el amor, reina la paz y vence la solidaridad. Pero éste no es el mundo que nuestros ojos ven cada día. Aún más, en el mundo existen sufrimientos, injusticias, guerras, violencias, corrupción, enfermedades, pobreza y catástrofes. Sólo una experiencia profunda y auténtica de la presencia del Señor muerto y resucitado, nos abre a la certeza que Él ha vencido a la muerte y por tanto, al dolor, a la división y a las injusticias. De ahí que la última palabra no es la muerte, sino la vida.

“¡Sí!  Este es justamente el núcleo fundamental de nuestra profesión de fe; éste es el grito de victoria que hoy nos une a todos. Y si Jesús ha resucitado y está vivo ‘quién podrá separarnos de Él? ‘Quién podrá privarnos de su amor, que ha vencido el odio y ha derrotado la muerte? El anuncio de la Pascua se expanda en el mundo con el gozoso canto del Alleluia. Cantémoslo con los labios, cantémoslo sobre todo con el corazón,  con la vida y con un estilo de vida “ácimo”, es decir sencillo, humilde y fecundo de buenas obras. ‘Cristo mi esperanza ha resucitado y los precede en Galilea’. El Resucitado nos precede y nos acompaña por los senderos del mundo. Él es nuestra esperanza, Él es la paz verdadera del mundo” (Benedicto XVI, Pascua 2009).

Con esta esperanza que brota de la Resurrección de Cristo, les deseo a cada una la gracia de poder reconocer al Resucitado en los acontecimientos de la vida y de la historia, a renovar la fe y el amor a nuestro Señor y Maestro, para comunicar el gozoso anuncio de la salvación a quienes están a nuestro lado y a todos.

 Aprovecho la ocasión para invitarlas a acompañar con la oración a nuestros hermanos de la Sociedad San Pablo, quienes desde el 25 de abril al 15 de mayo de 2010, celebrarán su IX Capítulo General. Deseo agradecerles también por la solidaridad y las ayudas enviadas para las víctimas del terremoto de Haití y Chile.

Con fe, alegría y esperanza, de todo corazón les deseo ¡Feliz Pascua!

Sor Maria Antonieta Bruscato
Superiora general


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