EI Señor ha hecho con ella lo que quería, porque nunca ha tenido resistencias a la voluntad de Dios, en cuanto a mí me consta.
¡Oh, toda su vida! En las manos de Dios, en la voluntad de Dios. Sí, su dirección espiritual ha sido fiel desde el comienzo cuando entró y hasta el momento en que el Señor la llamó al eterno descanso, a la gloria.
Saben que en los últimos días de su enfermedad no tenía en sus labios otra expresión que la que podía decir entonces también con palabras: La voluntad del Señor; lo que agrada al Señor: hágase la voluntad del Señor» (…). Siempre docilísima.
Y quien enel tonces guiaba, al principio, decía muchas veces: «¡Cómo es buena esta hija, cómo es dócil esta hija!». Después el Señor cargó sobre sus espaldas, a pesar de su grácil salud, una grande responsabilidad, una gran misión: preparar las almas, es decir las compañeras, para el día de la consagración al Señor.
En su vida estaba siempre pronta a todo, a todo lo que el Señor disponía; no solamente a la obediencia en general, sino a todo lo que sabía que el Señor quería de ella. Siempre pronta; siempre pronta a todo…
Ella, por una parte debía ser dócil a cuanto el Señor le pedía personalmente, y por otra a cuanto le iba manifestando día a día y que debía cumplir para establecer y hacer crecer el Instituto.
¡Cuán dócil era entonces! Siempre iluminada por Dios, siempre pronta a buscar lo que el Señor le manifestaba.
Beato Santiago Alberione