El balance de la tragedia que se abatió sobre la isla portuguesa de Madeira es de 47 muertos, 120 heridos y 250 desalojados. El excepcional temporal ha dañado la isla, situada al norte de las Canarias, ha arrastrado automóviles y árboles, ha provocado la caída de puentes y la transformación de muchas carreteras en violentos torrentes de agua y barro.
Son numerosas las localidades que han quedado totalmente aisladas y sin electricidad. Esta profunda herida provocada por la naturaleza, que ha azotado al archipiélago, se abatió especialmente contra la capital Funchal y sus alrededores.
La comunidad de las Hijas de san Pablo que habita en la isla, precisamente en la capital, no ha sufrido graves daños. A pesar del barro que invadió la librería, la afortunada posición del edificio, a la espalda de un altiplano, les ha permitido quedar casi incólumes de la devastación.
Además, gracias a la gran prudencia de algunas hermanas y colaboradoras, ha sido posible salvar la mayoría del material que hay en el Centro. Al día siguiente de la tragedia, lo que saltó a la vista, como afirman sor Sara Gilvaz y sor Sandra Dantas, es la destrucción y la gran herida causada a centenares de familias aisladas. La cercanía, en la oración y en la acción, de toda la Familia Paulina, quiere ser sostén y voluntad de reconstruir pronto una isla feliz.