Narrar es Comunicar

Massimiliano Padula

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Narrar, discernir, renovarse. Con el trasfondo y en el corazón una Historia de historias, es decir, la Sagrada Escritura. Sobre estos tres verbos se apoya el Mensaje de Papa Francisco, para la 54a Jornada mundial de las comunicaciones sociales, difundido el 24 de enero de 2020, en el día de la solemnidad de San Francisco de Sales. Inspirado en el pasaje del Éxodo (10,2) “Para que puedas contar y grabar en la memoria”, el documento gira, luego, entorno a la expresión que completa su título: “la vida se hace historia”. Una historia tejida por el hombre que – como explica el Papa – es “un ser narrador”, porque desde el inicio de su vida, se alimenta de historias y es influenciado y orientado por ellas.

Pero “no todas las historias son buenas” – advierte Francisco – sobre todo aquellas que alimentan la posesión, el consumo inmoderado, la charlatanería, los chismes, la violencia y la falsedad. Se trata de desviaciones narrativas que – resalta el Pontífice – en vez de construir lazos sociales y un tejido cultural, “producen historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los frágiles hilos de la convivencia”.

Bergoglio, toma el ejemplo del deepfake para explicar cómo las tecnologías, pueden alterar la autenticidad de los contenidos y tergiversar su comprensión. Este es un riesgo que ya el Papa, había llamado la atención en el Mensaje de 2018, insistiendo sobre la necesidad de un “periodismo de paz”, capaz de contrarrestar las noticias falsas y de contribuir a promover una comunicación hecha por personas para las personas. Personas a las que el sucesor de Pedro, les confía la Sagrada Escritura y el libro del Éxodo, en el que el “recuerdo de Dios” permite a Israel liberarse de la opresión.

Esta es la fuerza de la memoria que une la humanidad con su pasado, pero que permite, al mismo tiempo, abrir las puertas del futuro a través del renovarse de las historias y su transmisión de generación en generación. Pero esta metamorfosis, proyectada al mañana no se limita solamente a la exclusiva narración de historias. Se encarna en todas las mujeres y hombres de buena voluntad que entran en el juego con su experiencia y con lo bello (lo justo, lo verdadero) de sus existencias. En este patrimonio de belleza entran, sin duda “la Escritura, las historias de los santos y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y llevarlo a la luz de la belleza”.

Porque – concluye el Papa – “cuando hacemos memoria del amor que nos ha creado y salvado, cuando infundimos amor en nuestras historias cotidianas, cuando tejemos de misericordia las tramas de nuestros días, entonces damos [realmente] vuelta la página”.

Massimiliano PadulaDocente de Ciencias de la Comunicación social
Pontificia Universidad Lateranense

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