Mensaje Jornada Mundial Comunicaciones Sociales 2021
“Ven y verás” (Jn 1,46).
Comunicar encontrando a las personas donde están y como son
Este es el método de toda auténtica comunicación humana:
No se comunica sin moverse, ir, y sin ser testigo, ver.
La comunicación es un encuentro
El Papa Francisco no es un experto de comunicación, pero es un comunicador excepcional. Por esto el Papa siempre ha imaginado la comunicación no como un complejo proceso semiótico, sino simplemente como un evento de proximidad física. Incluso sucedió que el Papa Francisco, por ejemplo en 2015, se dejó inspirar por la visita de María a Isabel (Lc 1, 39-56) para describir el milagro de la comunicación con una interpretación más realista y convincente que muchos estudios de medios (Cf. Mensaje para la XLIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales). Este año, la invitación para la 55a Jornada Mundial de las Comunicaciones es más o menos similar: Comunicar encontrando a las personas donde están y como son. En resumen, Francisco, pide a los periodistas y comunicadores de venir y ver. Este es el método de toda auténtica comunicación humana. No se comunica sin moverse, ir, y sin ser testigo, ver. Por lo tanto no basta, informar noticias de oídas. Es necesario darle una tridimensionalidad: «ponerse en movimiento, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger sugerencias de la realidad, que siempre nos sorprenderá en algún aspecto». Porque — escribe el Papa — «para conocer se necesita encontrar, permitir que aquel que tengo frente a mí me hable».
Hoy se habla a menudo encerrados dentro del proprio lóculo informático. Por lo tanto parece no haber espacio para asombrarnos, para dejarnos sorprender por algo que se encuentre. Todo está ya predefinido. Sin embargo, el secreto de la comunicación del cristianismo, desde sus orígenes, es precisamente este. Alguna cosa o alguien que no habías previsto. El Papa parece privilegiar así, sin decirlo, los géneros de la investigación y del reportaje. Estos géneros permiten evitar que se difunda una «información preconfeccionada, de palacio, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger los fenómenos sociales más graves, ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad». Este es el objetivo: interceptar la verdad de las cosas y captar los fenómenos y las energías. Pero para hacer esto, el único camino cierto es el encuentro.
El encuentro con la realidad comunica
Si el encuentro decide por la comunicación, el periodismo no es más que «contar la realidad». Esto requiere deseo, curiosidad, pasión y la capacidad de ir donde nadie va. En particular a esos lugares del mundo donde se cometen abusos e injusticias contra los pobres o las minorías. Comprendemos por qué el periodismo en este sentido puede tener una función terapéutica, especialmente para la democracia y la justicia. Este es también el camino para evitar periódicos fotocopias e informaciones de palacio. Para evitar este riesgo muy presente hoy en día, se requiere ir allí donde pensamos que no hay ninguna necesidad de ir; donde creemos que no haya nada de bueno, de interesante, de ver. Como decía Ryszard Kapuściński, periodista, escritor y ensayista polaco, el problema de las televisiones, y en general de todos los medios es que han creado un mundo propio. Un mundo que tiene poco que ver con la realidad, por esto el cínico no es apto para este oficio. Por lo tanto no hay, periodismo posible fuera de la relación con los otros seres humanos. La relación con los demás es el elemento esencial de nuestro trabajo. Para escribir sobre alguien es necesario haber compartido al menos un poco la vida. Para Francisco, «la crisis de la editorial corre el riesgo de llevar a una información construida en las redacciones, frente al computer, sin desgastar la suela de los zapatos».
Las innovaciones tecnológicas en este sentido son un recurso porque pone en red «conocimiento que de otro modo no circularía», y «permite encuentros que de otro modo no se producirían». La red «puede multiplicar la capacidad de contar y compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios». De hecho, es precisamente gracias a la tecnología digital que tenemos «una información de primera mano y oportuna». En efecto todos, solamente incluso con un celular en la mano, podemos «convertirnos en testimonios de eventos que de otro modo los medios tradicionales pasarían por alto, dar nuestra contribución civil, hacer que emerjan más historias, también positivas». La red nos permite contar la realidad y compartir noticias de primera mano. Por otra parte está claro que si no se verifica existe el riesgo de la manipulación, que puede ser realizada por cualquiera.
Concluye oportunamente Francisco: «Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas».
El periodista es el que marca la diferencia
«Si no nos abrimos al encuentro – continúa el Papa – permanecemos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos». Sin embargo, evidencia, cada instrumento es útil y valioso solo si pone en circulación conocimientos que de otro modo no circularían. En particular se detiene sobre la oportunidad y las insidias de la web.
La red con los medios puede multiplicar la capacidad y la velocidad de compartir noticias, en un flujo continuo de imágenes y testimonios – por ejemplo en las emergencias en las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones – y por lo tanto ser «un instrumento formidable». Existe, señala, el riesgo de una comunicación social «privada de verificación»: no solo las noticas sino también las imágenes son fácilmente manipulables, a veces «también solo por un banal narcisismo». «Esa consciencia critica – afirma el Papa – empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento», con responsabilidad de los contenidos difundidos y del «control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas así como, reitera, – todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir».
El horizonte de la pandemia, que desde el inicio de 2020 asola al mundo, marca decididamente este Mensaje. El Papa advierte que existe el riesgo de contarla, así como cada crisis, «solo con los ojos del mundo más rico», de tener una «doble contabilidad». El pensamiento de Francisco va, en este sentido, a la cuestión de las vacunas y de los cuidados médicos, el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. « ¿Quién nos hablará – se pregunta – de la espera de sanación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y del África? ». Se trata de un peligro que también golpea el «mundo de los más afortunados», donde «el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido», donde «no hacen mucha noticia las personas que, venciendo la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Caritas para recibir un paquete de alimentos».
Las diferencias económicas corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de la vacuna contra el-Covid, con los pobres siempre como los últimos y «el derecho a la salud para todos afirmado como un principio». Pero «vaciado de su real valor».
Del corazón del Papa surge también un agradecimiento por la valentía de tantos trabajadores de la comunicación. Es mérito de periodistas, camarógrafos, editores, que a menudo corren riesgos en el trabajo, «si hoy – dice – conocemos, por ejemplo las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en diversas partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería un empobrecimiento si estas voces desaparecieran».
El medio es el mensaje
«El ven y verás era y es esencial», reafirma entonces el Papa en el Mensaje. «No se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de voz, con los gestos», sostiene Francisco refiriéndose al gran peso que tiene la comunicación no verbal en la experiencia que hacemos de la realidad. La fuerte atracción que ejercía Jesús era debida a la verdad de su predicación, pero la eficacia era inseparable de su mirada, de sus actitudes y «también de sus silencios». En Él – el Logos encarnado – la Palabra se hizo Rostro. En el Mensaje dirigido al mundo de quienes se ocupan diariamente de comunicación, no falta la referencia a los autores que han subrayado la importancia de la experiencia concreta. «Abre con asombro los ojos a lo que verás, y deja que tus manos se llenen de la frescura de la savia, de modo que los demás, cuando te lean, tocarán con mano el milagro palpitante de la vida», aconsejaba a sus colegas periodistas el Beato Manuel Lozano Garrido, quien vivió en el 1900 y fue beatificado en 2010.
En los primeros siglos del cristianismo el mismo san Agustín recordaba que «en nuestras manos hay libros, en nuestros ojos hechos», exhortando a encontrar en la realidad el cumplimiento de las profecías presentes en las Sagradas Escrituras. «En cada ámbito de la vida pública, en el comercio como en la política, cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo», es la consideración del Papa, que se refiere a las mordaces palabras del gran dramaturgo inglés William Shakespeare, en El mercader de Venecia, sobre el hablar sin cesar y sin decir nada. Palabras, asegura Francisco, que «valen también para nosotros comunicadores cristianos». Por eso vuelve la referencia a la buena noticia del Evangelio que se repite hoy «cada vez – dice – que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado con el encuentro con Jesús». Se trata de personas que han aceptado la misma invitación Ven y verás y «quedaron impresionadas por el plus de humanidad» que transparentaba en quien testimonia a Jesús.
«Aquel gran comunicador que se llamaba Pablo de Tarso – imagina el Papa – hubiera utilizado el correo electrónico y los mensajes de las redes sociales; pero fue su fe, su esperanza y su caridad lo que impresionó a sus contemporáneos que lo escucharon predicar», y también cuando no podía ser encontrado en persona, «su modo de vivir en Cristo fue atestiguado por los discípulos que enviaba». De aquí el desafío que nos espera, «es por lo tanto – observa Francisco – comunicar encontrando a las personas donde están y como son», como recuerda el tema mismo del Mensaje. Luego de manera inédita respecto a sus textos precedentes para esta Jornada, el Papa concluye con una oración en que pide al Señor que nos enseñe a «ir allá donde nadie quiere ir, a tomarnos el tiempo para entender, a distinguir la apariencia engañosa de la verdad».
Con «la gracia de reconocer – concluye – tus moradas en el mundo y la honestidad de contar lo que hemos visto».