Vivía en la fe las dificultades de los inicios, por una circunstancia del todo inesperada, se vio trasplantada en Susa en el curso de pocas semanas. Mons. Giuseppe Castelli, obispo de Susa, quería volver a publicar La Valsusa, el semanario diocesano suspendido por falta de personal. Pidió a don Alberione que mandara a sus jóvenes para ocuparse de la prensa.
Don Alberione vio la propuesta "como una bella ocasión, mandada por el Señor para hacer el bien". La partida fue el 18 de diciembre de 1918. La pequeña comunidad hizo notables progresos en el apostolado, en el estudio, en la oración y en la vida espiritual. Aquí la gente comenzó a llamarlas "Hijas de San Pablo". Después de diversas calamidades la casa fue cerrada en 1923. Mientras tanto Teresa Merlo fue nombrada superiora de todas las Hijas de San Pablo.